Existe una tendencia a que sujetos no diabéticos usen sensores de glucosa (esas chapitas blancas que se ponen normalmente en el brazo y que miden el nivel de glucosa en sangre constantemente) para analizar los picos de glucosa de los alimentos que conforman su dieta y establecer una estrategia de nutrición a partir de los datos.

Aunque monitorizar la glucosa en sangre en ayunas o después de comer en sujetos no diabéticos puede darnos información útil y valiosa sobre el estado de salud de una persona y del tipo de alimentación que lleva, es importante destacar que dejar en manos de personas no entendidas en el tema el control de glucosa y hacer interpretaciones, diagnósticos e intervenciones nutricionales basados en ello es cuando menos arriesgado, incluso peligroso diría yo.

Es necesario conocer la fisiología y saber que existen multitud de factores que pueden alterar la glucosa en sangre con independencia de los alimentos. De hecho, hay muchas más cosas que afectan a esto de lo que imaginas.

*Para quién quiera más información sobre esto, le recomiendo mi libro “Quema tu dieta”.

Errores que se pueden cometer si se usan estos sensores sin conocimiento suficiente

  1. Catalogar los alimentos como buenos o malos sobre la base del pico de glucosa que generen. Puede llevar a pensar que cuanto menos se eleve la glucosa en sangre después de comer, mejor, e inducir a muchas personas a evitar los carbohidratos en su dieta a toda costa aumentando así la “carbofobia”.
  2. Aumentar excesivamente la ingesta de alimentos hipercalóricos, grasos o proteicos con el objetivo de “aplanar” la curva de glucosa de después de la comida. De hecho, con este proceder puede perjudicar su salud e incluso ganar peso aunque sus picos de glucosa después de comer sean menores.
  3. Centrarte en bajar los niveles de glucosa pensando que eso hará que bajes peso directamente. Esto es una correlación, no una casualidad. Si pasas de comer alimentos más saludables que te bajen los picos de glucosa, perderás peso, pero simplemente porque ingieres menos calorías. Sin déficit calórico no bajarás de peso.

Conclusión

En mi opinión, promocionar el uso de sensores de glucosa en personas sanas y sin conocimientos suficientes puede ser un problema más que un acierto. Puede fomentar una idea equivocada de cómo debe comer una persona e incluso aumentar el estrés asociado a la alimentación.

Evidentemente, personas con diabetes deben usarlo. También personas sanas si lo hacen de la mano de un buen profesional que sepa interpretar los datos. En deportistas, por ejemplo, puede ser una buena herramienta que nos dé información útil y valiosa. Por ejemplo, para planificar mejor las ingestas de glucosa en competición.

De hecho, estamos valorando hacer una formación sobre el uso de estos sensores en deportistas, ya que, como digo, el principal problema es el mal uso y los autodiagnósticos erróneos que pueden hacerse.

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