Una reciente revisión de Hernando-Requejo et al 2022 analiza algunos factores de estilo de vida y migrañas. La migraña “no es solamente un dolor de cabeza”, sino un trastorno crónico, a menudo hereditario, caracterizado por la recurrencia de cefaleas de 4-72 horas de duración, habitualmente unilaterales y pulsátiles, muy intensas e incapacitantes, acompañadas de náuseas-vómitos) e hipersensibilidad a los estímulos físicos, psíquicos o sensoriales (intolerancia al ruido y a la luz).
La característica que explica la fisiopatología de la migraña es la hiperexcitabilidad neuronal. Estos pacientes tienen hipersensibilidad a estímulos o cambios de ritmo biológico (aquí puede jugar un papel el hipotálamo), que da lugar a una tormenta vegetativa y a dolor.
¿La dieta combate la migraña?
Resumiendo la revisión, se extrae que se ha encontrado una asociación entre obesidad y migraña, pero la pérdida de peso, que supone un beneficio global indudable, se asocia según los estudios con una mejoría clínica de la migraña en adolescentes, pero no en algunos estudios en adultos.
Las migrañas son sensibles a la dieta
Centrándonos más en los aspectos nutricionales, las migrañas son sensibles a la dieta. Algunos ingredientes dietéticos desencadenan crisis de migraña (alcohol o exceso de cafeína por ejemplo) y, a la inversa, se han postulado como beneficiosos ciertas vitaminas, suplementos como el magnesio, omega 3, la coenzima Q y nutracéuticos (de hecho mucho me reportáis mejoras de migrañas al tomar el suplemento “natural inmune”). Aún así la evidencia es débil.
¿Cómo quitar la migraña?
Para luchar contra el problema resulta deseable:
- Conseguir un adecuado control del peso.
- Reducir el contenido en grasa de la dieta.
- Aumentar la ingesta de ácidos grasos omega 3.
- Identificar alimentos desencadenantes y evitarlos.
- Dietas cetogénicas.
- Conseguir una adecuada hidratación.
- Evitar las deficiencias en vitaminas implicadas en el metabolismo de la homocisteína: B12, B6, B2 y fólico.
- Evitar la deficiencia en vitamina B2, magnesio y antioxidantes (vitaminas E y C).
- Mejorar la microbiota intestinal (fibra, verduras, hortalizas, probióticos, prebióticos, etc.)