Sabemos que el entrenamiento de fuerza provoca un aumento de la testosterona posterior a dicho entrenamiento. Sin embargo, este aumento agudo de la testosterona post-entrenamiento no parece correlacionarse con un aumento en la hipertrofia muscular (Morton et al 2016).
Sin embargo, el aumento de testosterona que se produce justo después del entrenamiento de fuerza es seguido luego por un aumento del receptor de andrógenos musculares (es decir, un aumento del receptor de testosterona en las células musculares).
El receptor de andrógenos es el receptor al cuál se une la testosterona para, entre otras acciones, aumentar la síntesis proteica muscular que en última instancia genera la hipertrofia muscular. Este aumento en los receptores de la testosterona sí que parece correlacionarse con la hipertrofia muscular, aunque no está claro (Basualto-Alarcón et al 2013).
El receptor de andrógenos se localiza en el citoplasma de las células. Cuando la testosterona se une a él, se dirige al núcleo celular para estimular la síntesis proteica muscular. Sin embargo, este receptor también se encuentra directamente en el núcleo de las células musculares. El complejo mTOR (clave para la síntesis de proteínas) también se puede localizar en el núcleo celular.
Un nuevo estudio (Hatt et al 2024) ha medido el contenido del receptor de andrógenos después de entrenar y ha encontrado que el aumento nuclear de dicho receptor se correlaciona directamente con la hipertrofia muscular en hombres, pero no en mujeres. Estos hallazgos sugieren que el contenido del receptor de andrógenos, pero más importante aún, la localización nuclear de este, es un factor que diferencia la hipertrofia inducida por el entrenamiento de fuerza entre hombres y mujeres.