Muchas veces me hacen la pregunta de si es bueno o no entrenar todos los días. Pues como siempre, depende, tiene muchos matices.
Si tuviera que decantarme por una, diría que no es bueno entrenar todos los días, pero obviamente hay casos y casos. Para dar una respuesta correcta a esta pregunta tenemos que saber cómo nos adaptamos fisiológicamente a un entrenamiento que suponga un reto en nuestro organismo (teoría de la supercompensación).
La recuperación, clave para la adaptación
Si el entrenamiento supone un gran estímulo, nuestro organismo estará mermado por ese daño, pero el cuerpo resuelve esta situación, se recupera y nos hacemos “más fuertes” en todos los sistemas que hayamos implicado, es decir, que no volvemos al punto inicial. Si entrenamos todos los días no estamos dejando el periodo de recuperación para que se produzcan las adaptaciones de forma positiva.
¿De qué matices podemos hablar?
Pues por ejemplo, si en un entrenamiento de fuerza vamos alternando distintos grupos musculares, podemos ir entrenando y recuperando sin problema, pero no hay que hablar solo a nivel periférico, pues el sistema nervioso central, sistema inmune y demás se van a ver involucrados independientemente de lo que entrenemos.
También va a depender de:
- El volumen.
- La duración.
- El hacer entrenamientos al fallo muscular en un entrenamiento de fuerza.
- Etc.
La importancia de analizar cada caso
Además, y no menos importante, tenemos que valorar el estado del sujeto, porque no es lo mismo aplicar ese entrenamiento entendido como un agente estresor a una persona que está estresada, no duerme y tiene un déficit calórico, que aplicar un mismo entrenamiento a una persona que esté tranquila, descanse y esté en superávit.
En este segundo caso, si el entrenamiento está muy bien programado y conociendo muy bien cómo recupera, podría entrenarse todos los días.
Como recomendación os diría que no entrenéis todos los días porque no es necesario, ya que más que mejorar, puede ser contraproducente si no se tiene todo muy muy bien medido.