Algunas grasas saturadas (no todas) pueden causar una reacción inflamatoria, especialmente cuando se combinan con una dieta rica en azúcares. Esto ocurre sobre todo en sujetos con el síndrome de resistencia a la insulina. Los ácidos grasos saturados (sobre todo palmítico, láurico y mirístico) y las grasas trans, se unen al receptor TLR4 provocando un aumento de la inflamación.
Sin embargo, algunos ácidos grasos saturados de cadena corta (sobre todo el butirato) y monoinsaturados (ácido oleico) han demostrado que pueden ejercer acciones antiinflamatorias conectándose al receptor GPR43.
Entonces, ¿las grasas son inflamatorias o antinflamatorias? ¿Son buenas para la salud intestinal y microbiota o todo lo contrario?
Lo primero de todo, es que debemos hablar de alimentos y no de nutrientes aislados. La comida está compuesta, en realidad, de sistemas biológicos que obedecen al equilibrio que acompaña al material vivo (matriz nutricional). Vamos a ver que dice la ciencia…
En este estudio (Cani et al), una dieta rica en grasas aumentó crónicamente la concentración de LPS en plasma provocando permeabilidad intestinal y endotoxemia. Este estudio (Kim et al) proporcionó evidencia de que una dieta rica en grasas puede aumentar la inflamación y la permeabilidad intestinal.
Pese a estos estudios, se ha demostrado que la dieta cetogénica puede tener efectos positivos en la microbiota intestinal y que podría combatir la inflamación. Un estudio en ratas (Newell et al) encontró que, a diferencia de la dieta tradicional alta en grasas, la dieta cetogénica disminuyó los Firmicutes y aumentó los Bacteroidetes.
