NUTRICIÓN Y EJERCICIO…LAS DOS CARAS INSEPARABLES DE UNA MISMA MONEDA
Hoy en día, hablar de obesidad es complejo, por la diversidad y multifactiorialidad de la misma, así como por la dificultad de diagnóstico, ya que tanto el IMC o el peso corporal por si solos son herramientas inútiles y que llevan a confusión. Tener en cuenta el tejido muscular es clave, puesto que la obesidad no sólo es un aumento del tejido graso, sino también una merma del tejido muscular, dando como resultado lo que conocemos como obesidad sarcopénica. Además, no sólo hablamos de obesos con alto peso corporal, puesto que la prevalencia de delgados metabólicamente obesos (personas que están en un peso o IMC normal, pero que presentan poca masa muscular y alto contenido graso en su composición corporal) cada vez es más alto. Y estos últimos tienen tanto o más riesgo que un obeso de sufrir enfermedades o alteraciones metabólicas, ya que además existe una falta de concienciación por ellos mimos al verse en un peso o IMC considerado como “normal”.
La obesidad sarcopénica se caracteriza por tanto por una disminución de la masa y función, con una prevalencia alta en la población (20%). Este fenotipo cada vez más frecuente y ha dado lugar a una población de adultos mayores con mayor riesgo de discapacidad y mortalidad.
Debido a que la obesidad sarcopénica es multifactorial, el tratamiento óptimo por tanto para este trastorno no se comprende bien, ya que el exceso de adiposidad en esta condición se ha atribuido en parte a un balance energético positivo así como una reducción en la actividad física y ejercicio. Al mismo tiempo presentan alteraciones en el tejido muscular como sarcopenia, aumento de la infiltración grasa en el músculo esquelético, alteración del metabolismo del sustrato del músculo esquelético, aumento de la expresión de miostatina, resistencia anabólica, disfunción mitocondrial, etc. El propio exceso de adiposidad se asocia con un estado de inflamación crónica de bajo grado que contribuye a la disminución de la masa muscular y la fuerza observada en sujetos con obesidad sarcopénica. Además, la acumulación de grasa ectópica en el músculo esquelético se asocia con una disminución de la fuerza muscular.
Intuitivamente, la terapia de pérdida de peso por lo tanto parece una estrategia adecuada para revertir la obesidad sarcopénica. Sin embargo, la pérdida de peso no es una intervención correcta, en parte debido a la pérdida de masa magra asociada a esta intervención y la preocupación existente por exacerbar la sarcopenia
Entonces, ¿cómo atajamos este problema? ¿nos centramos en la perdida de grasa corporal? ¿se verá afectado el tejido muscular? ¿Nos centramos en la mejora de la calidad muscular?
Pongamos el ejemplo 1:
1.- Veamos los efectos de una reducción del peso inducida solo por la dieta en el peso corporal (~ 10%) en adultos mayores obesos. Si bien hubo cierta pérdida en la masa muscular asociada con esta intervención, se observó una reducción aún mayor en la masa grasa.
Por tanto, el resultado final fue una mejoría en la sarcopenia relativa (porcentaje de peso corporal como masa corporal magra). Como se muestra en la Figura 1, una reducción aproximada del 20% en el peso corporal en este paciente produjo una mayor reducción en la masa grasa que en la masa magra, lo que llevó a una mejoría de la sarcopenia relativa. Por lo tanto, a pesar de una reducción en la masa corporal magra, la pérdida de peso parece ser una intervención adecuada para el tratamiento de la obesidad sarcopénica.
Por este motivo, las intervenciones donde sólo se lleva a cabo una restricción calórica mediante la dieta, suelen ser favorables tanto en la composición corporal, como en la mejora de alteraciones metabólicas, pero…..NO SE TRATA DE PERDER PESO, SE TRATA DE MEJORAR LA COMPOSICIÓN CORPORAL (PERDER GRASA Y GANAR MASAY/O CALIDAD MUSCULAR)
La obesidad sarcopénica se ha atribuido en parte a una disminución de la actividad física y el ejercicio, de hecho, se ha demostrado que el ejercicio, sobre todo el entrenamiento de fuerza, pero sin olvidar el de resistencia aeróbica, tienen efectos beneficiosos en múltiples aspectos de la obesidad sarcopénica, con un aumento resultante en la síntesis de proteínas musculares, reducción en la expresión de miostatina, aumento en IGF-1 intramuscular, restauración de la sensibilidad muscular a los efectos anabólicos de la insulina, mejoría de la vasodilatación estimulada por nutrientes y suministro de nutrientes al músculo, mejora de la función mitocondrial, activación de células satélite del músculo esquelético que se consideran protectoras contra la obesidad sarcopénica, etc. Además, se ha demostrado que el ejercicio, pero no la pérdida de peso inducida por la dieta, disminuyó la expresión génica inflamatoria del músculo esquelético en adultos mayores y obesos.
Pero sin duda, la intervención de estilo de vida más efectiva para el tratamiento de la obesidad sarcopénica es aquella que incluye tanto la pérdida de peso inducida por la dieta como el ejercicio regular, ya que actúan de forma sinérgica.
Pongamos el ejemplo 2:
2.- En una intervención combinada de dieta y ejercicio, la reducción en la masa magra asociada con la intervención de sólo dieta se atenuó (aunque no se evitó) cuando se combinó con el ejercicio regular. La fuerza muscular aumentó en la intervención combinada a pesar de la modesta reducción en la masa magra, lo que sugiere una mejora en la calidad muscular. La figura 2 ilustra este punto más allá, demostrando que una dieta combinada con una intervención de ejercicio se asociaron con un aumento en la masa magra relativa y la mejora de la calidad muscular. Estos resultados respaldan la recomendación de que las intervenciones en el estilo de vida dirigidas a la reversión de la obesidad sarcopénica incorporan tanto la pérdida de peso inducida por la dieta como el ejercicio regular (entrenamiento de fuerza + cardiovascular).
La combi el putt santo grial para la recomposición corporal Gracias