El debate sobre si el balance energético es importante en el control del peso corporal debería estar más que cerrado desde hace tiempo. Este debate es entendible, ya que debido a la gran complejidad de la fisiología humana y a la gran cantidad de factores que actúan de una manera u otra sobre la ingesta energética y sobre el gasto energético es normal que cree confusión. El ser humano tiende a polarizar y si no se comprende muy bien como funciona todo este engranaje de factores es fácil posicionarse a un lado u otro de esta cuestión. Es decir, pensar que las calorías no cuentan y que la clave es mantener la insulina baja, o bien en el polo opuesto, pensar que las calorías lo son todo y que da igual de que alimento provengan. Ni uno, ni otro
Largo y tendido hablo sobre todo esto en mi libro “Réquiem Por Una Pirámide”, entre otras cosas, y explico como afectan los muchísimos factores que se dan en esta ecuación. Un estudio reciente muy interesante (Christensen et al 2021) ataja rápidamente todo este asunto. El objetivo de este estudio fue comprar la efectividad de tres dietas distintas en la pérdida de peso:
- Dieta baja en carbohidratos y alta en grasa.
- Dieta baja en carbohidratos y alta en grasa aplicando ayuno intermitente.
- Dieta convencional pero creando un déficit calórico en los sujetos.
Todos los sujetos de estudios perdieron una media de 11 kg de peso. Pero lo más interesante es que no hubo diferencias significativas en pérdida de peso entre ningún grupo. Es decir, que daba igual a que tipo de dieta fueran sometidos los sujetos ya que perdían el mismo peso todos.
Esto no significa que todas las dietas sean exactamente igual de aplicables a todos los sujetos de manera universal. No, no es cierto. Pero sí significa que el factor más importante (aunque no el único) a la hora de perder peso es el balance energético.