El estrés psicológico crónico se asocia con un mayor riesgo de depresión, enfermedad cardiovascular, enfermedades intestinales, diabetes, enfermedades autoinmunes, resfriados y mala cicatrización de heridas. Aunque estas asociaciones se atribuyen en gran medida a la desregulación en la producción de cortisol inducida por el estrés, no hay datos que confirmen dicha hipótesis.
Sin embargo, estudios recientes están demostrando que más que el cortisol elevado en sí, lo que importa es cómo responden los tejidos al mismo.
Una elevación crónica del cortisol puede generar “resistencia al cortisol” en las células inmunes. Esto ocurre como respuesta protectora de las células a sus efectos. Pero como siempre digo, no hay nada en nuestro organismo que esté ahí para jodernos. Todo tiene su función. Por tanto, si no cumple su función en las células por haber resistencia, habrá problemas.
El cortisol es antiinflamatorio, ayuda con la resolución de la inflamación. Si hay resistencia al él, la respuesta inflamatoria perdurará. La inflamación prolongada aumenta drásticamente el riesgo de enfermedad.
Por tanto, el estrés crónico produce hipercortisolemia, lo cual provoca resistencia al cortisol y este a su vez provoca una respuesta inflamatoria exacerbada que aumenta el riesgo de enfermedad. Esto significa que no es el cortisol per se quien causa problemas, sino la resistencia al mismo. Exactamente, pasa lo mismo con la insulina, la leptina, etc.
¿Cómo mejorar esto?
Gestión psicológica del estrés, adecuada programación del entrenamiento, dieta óptima para ello, 7-8 horas de sueño al día, naturaleza, socializar, meditar y suplementación enfocada a reducirlo.