Hemos idealizado el estrés crónico. Personas que no tienen tiempo de nada, que siempre están ocupadas y que lo reconocen con orgullo, son hoy en día sinónimo de éxito. Yo mismo he estado ahí (y aún lo estoy, pero trabajando para escapar de eso) y mi salud mental se fue al carajo. Nos dicen que hay que salir constantemente de la zona de confort, que hay que estar produciendo todo el rato, que no pierdas el tiempo viendo una serie, que te esfuerces y trabajes duro, que no descanses… En definitiva, que seas hiper productivo.
Falso, ese no siempre es el camino, al menos no constantemente. Por supuesto que hay trabajar duro y esforzarse en la vida para conseguir tus sueños. Pero hay muchos matices que no se comentan.
Lo primero es que la definición de éxito en la vida es diferente para cada persona. ¿Qué es el éxito? ¿Ganar dinero? ¿Reconocimiento social? ¿Tener una familia? ¿Vivir tranquilo? ¿Viajar? ¿O tener comida y agua potable disponible en función de en qué región del mundo vivas?
Curiosamente un estudio comprobó que, una vez que tienes las necesidades básicas cubiertas, más dinero no da más felicidad.
Lo segundo es que no, no todo depende de ti. A veces, por mucho que te esfuerces, no conseguirás tus sueños. Basta de hacer sentir culpables a los que no tuvieron las mismas oportunidades que tú. Basta ya de “wonderfullismo”. Es falso que una persona que haya nacido en un barrio pobre de un país subdesarrollado, va a tener las mismas posibilidades de ser astronauta que alguien que haya nacido en un barrio rico de un país desarrollado. No, por mucho que se esfuerce el primero, seguramente no lo conseguirá. Y ojo, no significa que es imposible que lo consiga. No es eso, pero las oportunidades y los medios necesarios para conseguirlo se lo dificultan enormemente.
Decir que la suerte depende de uno mismo, es llamar vagos a los que no tuvieron suerte.
A la contra, los que no se han esforzado lo suficiente, piensan que los que tienen éxito es porque tienen suerte y no tienen derecho a quejarse, falso también.