En la siguiente imagen (ejemplo 1) aparece el antes y el después del corte transversal de un sujeto con obesidad que ha seguido una intervención solo con dieta para perder grasa corporal.
En esta otra imagen (ejemplo 2) aparece el antes y el después de otra persona, también con obesidad y que ha seguido una intervención para perder grasa, pero, esta vez, combinando dieta y entrenamiento.
En el primer caso (ejemplo 1), vemos los efectos en el peso corporal, masa grasa y masa muscular después de la intervención solo con dieta. Aunque hubo una gran pérdida de grasa corporal, también hubo una pérdida demasiado elevada de masa muscular. Esta pérdida de tejido magro implicará no solo un posible empeoramiento de la salud, sino también una posible re-ganancia de la grasa corporal perdida a medio o largo plazo.
Sin embargo, en el otro caso (ejemplo 2), dónde se combinó dieta y ejercicio (fuerza + cardio), aunque se perdió menos cantidad de peso total y de porcentaje de grasa corporal, la masa muscular no solo no se redujo, sino que además aumentó. La fuerza muscular también aumentó, lo que implica una mejora en la calidad muscular. Sin duda alguna, esta segunda intervención es mejor opción que la primera de solo dieta.
Por tanto, vemos como en el primer caso (ejemplo 1), aunque el sujeto perdió más peso total, el resultado fue peor que en el segundo caso (ejemplo 2). Y es que basarnos simplemente en el peso corporal es un error.
Demasiada gente se preocupa en exceso por el dato que nos reporta la báscula, es decir el peso, cuando realmente este dato por sí solo no sirve de mucho, salvo en extremos de infrapeso o sobrepeso. Si la báscula baja de peso, pero esta pérdida lleva implícita una reducción severa de la masa muscular, el resultado será nefasto.
Deja de preocuparte tanto por si la báscula sube o baja, ya que ese dato por sí solo no indica que mejores o empeores, incluso puede ser lo contrario a lo que piensas. Basarte en ello solo generará frustración y tener una percepción irreal del proceso.