El ser humano tiende a polarizar por naturaleza. Hoy en día, esa polarización es más evidente que nunca en muchos ámbitos (política, religión, etc.). La pandemia y las vacunas han sido un claro ejemplo de esto. Lo mismo pasa enlos ámbitos de la nutrición, la salud, etc.
Constantes debates en redes sociales entre diferentes expertos o colectivos con diferente ideología que se “enfrentan” entre si con actitudes y argumentos contrarios. Cada persona o bando intenta convencer al otro de que su argumento es equivocado, pero conforme se arrojan e intercambian datos y argumentos, en lugar de acercarse a un posicionamiento medio, donde se pueda encontrar un acuerdo de opiniones, el debate de salda con ambas personas o bandos más polarizados incluso que al principio ¿Os suena?
Yuval Noah Harari, en su libro “21 lessons for the 21 Century”, comenta que la comunidad científica, o los que nos basamos en hechos demostrados científicamente, cometemos un error al interpretar como piensan los seres humanos. La mayoría de los puntos de vista de las personas están basados en el pensamiento grupal y de comunidad, en lugar de la racionalidad individual. Por la tanto, la mayoría de personas se aferran a ese punto de vista por lealtad grupal. Pertenecer a un grupo por encima del individuo importa más que el propio individuo.
Bombardear a la gente con hechos demostrados científicamente resaltando la ignorancia individual o colectiva es contraproducente para el fin. A muchas personas no les importan los hechos demostrados (pese a ser en lo que debemos basarnos) y mucho menos les gusta sentirse estúpidos. Incluso cuando los puntos de vista de dicho colectivo son totalmente irracionales, es difícil hacerles cambiar de opinión mostrando datos si se pertenece a un pensamiento colectivo.
Una vez herida la integridad de la persona o colectivo ante los datos, arrojarán seguramente comentarios viscerales como herramienta de ataque. Como hecho final, dicha persona o colectivo se “radicalizará” más aún y se aferrará con más fuerza a un argumento o pensamiento erróneo.
Por tanto, la polarización errónea debe ser manejada adecuadamente por los científicos/divulgadores y no “entrar al trapo” de críticas viscerales.