El ejercicio físico está vinculado a una mejora sustancial de la salud, y cuando hablamos de salud, hablamos de forma íntegra, por lo que la salud mental y cognitiva están implícitas. Muchos estudios han demostrado que la actividad física y el ejercicio, parecen tener una influencia favorable sobre el desarrollo del cerebro. Varias investigaciones han demostrado una mejora en el rendimiento cognitivo en los hijos de mujeres que hacían ejercicio regularmente durante el embarazo y en personas que eran físicamente activos durante la infancia y la adolescencia.
Por otro lado, algunos estudios muestran que el ejercicio puede mejorar el aprendizaje, la memoria y la plasticidad sináptica en personas de edad avanzada. El ejercicio físico puede reducir el deterioro del cerebro atribuido al envejecimiento y proteger contra las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y otros tipos de demencia.
Sin embargo, aunque la mayor parte de literatura científica en este sentido se basa en el ejercicio aeróbico, en los últimos años es abrumadora la cantidad de estudios que demuestran que el entrenamiento de fuerza es igual de eficiente en este sentido. El entrenamiento de fuerza mejora la memoria, el desarrollo cognitivo, la neurogénesis, los procesos de aprendizaje y es una potencial herramienta para prevenir/tratar las enfermedades neurodegenerativas así como la depresión o la ansiedad.
Y si aunamos fuerza y cerebro y neuronas hay que hablar de Santiago Ramón y Cajal, médico premio Nobel de Medicina en 1906 por descubrir los mecanismos sobre la morfología y los procesos conectivos de las células nerviosas. Sí, gracias a él sabemos como es la sinapsis neuronal.
Pero una de las características personales de Ramón y Cajal y que apenas se sabe, era su afición por el entrenamiento de fuerza y el culturismo. Parece ser que esta afición empezó a practicarla, en su adolescencia, en un gimnasio de Zaragoza, tras perder un pulso con un amigo. Ramón y Cajal entrenaba plasmando en ello sus amplios conocimientos científicos sobre el sistema nervios, por lo que obtuvo un gran desarrollo físico y muscular para la época. Quizás esta afición al entrenamiento de fuerza de Santiago Ramón y Cajal fue clave en su exitosa carrera como médico e investigador.