La relación entre el estrés crónico y los problemas digestivos no es nada novedoso. Lo que ocurre en nuestro cerebro afecta a nuestro intestino y viceversa. Se denomina clásicamente como “gut-brain axis”.
Comencemos por un estudio…
Relación entre salud mental, respuesta inflamatoria y enfermedad inflamatoria intestinal
Un nuevo estudio (Sidik 2023) exploró la relación entre la salud mental, las respuestas inflamatorias y la enfermedad inflamatoria intestinal.
Este estudio revela que el estrés crónico afecta significativamente la inflamación intestinal y que el sistema nervioso entérico juega un papel crucial en la mediación de este efecto. Los investigadores encontraron que los niveles altos de glucocorticoides (como el cortisol) conducen a la activación de células gliales entéricas que contribuyen a la inflamación. Los glucocorticoides también afectan las neuronas entéricas, causando una deficiencia de acetilcolina (menor motilidad intestinal), impactan negativamente sobre la microbiota (afectando la digestión y la absorción de nutrientes) y aumentan la permeabilidad intestinal.
Estrés y problemas digestivos
Es muy común que personas con altos niveles de estrés, ansiedad o depresión, empiecen a tener problemas digestivos de todo tipo (gases, dolor, malas digestiones, diarreas, estreñimiento). Empiezan con un periplo médico, haciéndose pruebas de todo tipo. Incluso aunque las pruebas médicas les salgan correctas, los problemas intestinales persisten porque obviamente el estrés y/o la ansiedad sigue estando. Aquí es cuando empiezan a hacerse pruebas de dudosa evidencia científica buscando donde muchas veces no hay.
Al final, encuentran diagnósticos erróneos, porque en realidad el problema está en otro sitio (salud mental), pero sienten relajación al creer que tienen el problema identificado y empiezan a mejorar simplemente porque se reduce su estrés/ansiedad. Otras veces, este hecho genera iatrogenia y más miedo al paciente, agravando los problemas de estrés y ansiedad por la salud. Esto es un mal círculo vicioso que a veces a los dietistas o nutricionistas nos cuesta mucho romper en los pacientes. Eso sí, cuando ven que pueden comer prácticamente de todo y que todo estaba en su salud mental, mejoran drásticamente.