No tengo que decir que el ejercicio físico es el mejor “medicamento” que existe. A día de hoy no se conoce ningún fármaco o intervención tan potente tanto para prevenir como tratar la gran mayoría de enfermedades existentes. Prescribir ejercicio físico individualizado es fundamental en gran cantidad de enfermedades. Sabiendo esto, ¿por qué muchas personas enfermas siguen sin hacer ejercicio?
¿Por qué cuesta hacer ejercicio cuando se está enfermo?
La respuesta a esta pregunta es porque hacer ejercicio cuando se está enfermo va en contra de nuestra fisiología evolutiva. La mayor parte de enfermedades actuales cursan con inflamación crónica sistémica. Ante este estado inflamatorio, nuestro organismo entra en un estado de lasitud o conducta de enfermedad para asegurar una inmunidad efectiva. Esto significa que se producen cambios fisiológicos y hormonales para hacer que toda la energía vaya a nuestras células del sistema inmune para que tenga “alimento” para hacer su trabajo.
La lasitud genera una expresión facial característica (músculos faciales flojos, párpados caídos, labios ligeramente separados, etc.)
Es por ello, que ante estados de enfermedad, se va a producir lo siguiente:
- Un aumento de la fatiga: para reducir el movimiento energéticamente costoso para que así haya más energía disponible para el sistema inmune.
- Una reducción del apetito: para que el sujeto no tenga que hacer esfuerzos en buscar comida.
- Sensación de vulnerabilidad: para prevenir ejercicios físicamente costosos.
- Una alteración de la percepción de la temperatura: para dar lugar a la fiebre.
- Un aumento de la sensibilidad al dolor: para evitar movimientos potencialmente lesivos que aumenten el trabajo del sistema inmune.
Un estudio reciente confirma que la lasitud ocurre incluso aunque no haya una enfermedad orgánica, sino mental. Incluso simplemente por la percepción de amenaza (¿entraría aquí la fibromialgia o síndrome de fatiga crónica?).
Además, bajo un estado de inflamación, se ve alterada la liberación y captación de dopamina en el cerebro, llevando a la pérdida de motivación, depresión, etc. Por tanto, no, no es fácil que una persona con enfermedad crónica haga ejercicio.
No juzguemos, estudiemos para comprender.