La respuesta a esta cuestión sigue sin resolverse. La razón de esta ambigüedad es que numerosos ensayos observacionales a largo plazo han demostrado que los bebedores de poco a moderado alcohol (aproximadamente 1-2 unidades de alcohol al día) son generalmente más saludables y viven más tiempo (Gronbaek et al 2004) en comparación con los grandes bebedores, pero también en comparación con los no bebedores.
Pero, ¿realmente son los bebedores moderados más saludables debido al alcohol en su dieta?
En los estudios, los grupos de personas que se abstienen del alcohol, incluyen personas que no tienen dinero para beber, que no beben porque tienen patologías, que han dejado de beber a medida que envejecen o por interacciones con ciertos medicamentos recetados. Esto sesgaría los datos de una manera que probablemente hace que beber pequeñas cantidades de alcohol se vea mejor que no beber nada.
¿Qué es consumo moderado de alcohol?
Para responder a esta pregunta podemos basarnos en el estudio de Wood et al 2018. Descubrieron que el umbral para el riesgo más bajo de mortalidad por todas las causas era de alrededor de 100 gramos de alcohol por semana. Ese es un límite más bajo que las definiciones estándar actuales de consumo “moderado” en las que se basan las pautas establecidas.
Pero, ¿podrían esas dosis bajas de alcohol ser saludables?
El alcohol a dosis muy bajas puede evitar la agregación plaquetaria, lo cual puede disminuir el riesgo de complicaciones cardiovasculares. Sin embargo, aún siendo cierto esto, el alcohol podría aumentar el riesgo de otras patologías como el cáncer de mama en mujeres. El tema del alcohol es complejo porque existen muchas variables de confusión que no se pueden estudiar.
Otra cosa importante, es elegir la bebida alcohólica, no todas son iguales. El vino tinto es una rica fuente de compuestos bioactivos que combaten el estrés oxidativo, el cáncer y otras enfermedades. En particular, los polifenoles en el vino tinto pueden aumentar los beneficios vasculares del alcohol y combatir la elevación de los triglicéridos que a menudo acompaña a la ingesta de alcohol. Podemos deducir de esto que el vino tinto es quizás una de las mejores, si no la mejor, opciones en cuanto a bebidas alcohólicas (Cordova et al 2009).
El vino es mucho más que alcohol (matriz nutricional). A día de hoy son muchos los estudios que muestran que dosis pequeñas de vino tinto pueden mejorar algunos parámetros de salud.
Incluso hay meta-análisis en humanos (Weaver et al 2021) o ensayos controlados aleatorizados en humanos como este de 2 años de duración (Golán et al 2018). También hay otros estudios que no ven estos beneficios.
En mi opinión, la mejor recomendación es no beber nada. O, si se hace, hacerlo de manera puntual, en ocasiones de celebración y a poder ser que sea vino tinto a dosis bajas. De hecho, por principio de precaución, es mejor decir NO, al menos públicamente. Pero si atendemos a la evidencia, ese “NO” es un reduccionismo. Eso sí, habrá que evaluar si compensa o no, en qué cantidad, cuando y para quienes.