El magnesio es un mineral fundamental en el cuerpo humano y participa en aproximadamente el 80% de las funciones metabólicas conocidas. Actualmente se estima que el 80% de los adultos no alcanzan la ingesta dietética promedio y el 45% de los estadounidenses tienen deficiencia de magnesio, una condición asociada con estados patológicos como hipertensión, diabetes y trastornos neurológicos, por nombrar algunos. La deficiencia de magnesio se puede atribuir a prácticas nutricionales comunes hoy en día (baja ingesta de vegetales, alto consumo de productos procesados, etc), consumo de algunos medicamentos y técnicas agrícolas, junto con estimaciones de que el contenido mineral de las verduras ha disminuido hasta en un 80-90% en los últimos 100 años (Workinger et al 2018) (ver imagen)
El problema es que podemos pensar que nuestra dieta es saludable y que consumimos gran cantidad de alimentos vegetales. Sin embargo, incluso siendo así, puede existir déficit de magnesio. La alta tasa de deficiencia de magnesio ahora postulada se puede atribuir en parte a una disminución en el contenido general de magnesio en frutas y verduras cultivadas, un reflejo del agotamiento observado de magnesio en el suelo durante los últimos 100 años (Guo et al 2016; Davis et al 2019).
Muchas frutas y verduras han perdido grandes cantidades de minerales y nutrientes en los últimos 100 años y se estima que las verduras han reducido los niveles de magnesio en un 80-90% en los EE. UU. y el Reino Unido.
Esta pérdida de contenido mineral en los alimentos “saludables” se ha visto agravada por un aumento histórico en el consumo de alimentos procesados, que se ha demostrado que impide la absorción de magnesio y contribuye al estado actual de deficiencia de magnesio
Dado el importante papel del magnesio en el metabolismo de la Vitamina D, el transporte de calcio y potasio, la señalización celular, el metabolismo energético o la estabilidad del genoma, no es sorprendente que el déficit de magnesio se asocie ahora con muchas enfermedades, como hipertensión, enfermedad coronaria, diabetes, osteoporosis y varias enfermedades neurológicas.