Factores anabólicos en el envejecimiento y salud

FACTORES ANABÓLICOS EN EL ENVEJECIMIENTO Y LA SALUD

El envejecimiento se caracteriza por la pérdida de la capacidad funcional y cognitiva, un aumento de la fragilidad y riesgo de caídas asociadas a la sarcopenia, resistencia anabólica, aumento de la inflamación y estrés oxidativo, un estado nutricional deficiente ,etc. Y todo ello está fuertemente asociados a enfermedades tales como diabetes, ateroesclerosis, cáncer, Alzheimer, Parkinson, etc.

Muchas veces he hablado de las patologías asociadas al envejecimiento, de los procesos fisiológicos que suceden en este estado y de la importancia del ejercicio físico como prevención y tratamiento. La deficiencia de hormonas anabólicas son una de las causas que junto a muchas otras, conllevan a ello.
IGF-1 es una hormona anabólica que se sintetiza en el hígado bajo el control de la hormona GH, ejerciendo una retroalimentación negativa sobre esta. IGF-1 juega un papel activo en el mantenimiento de la masa muscular y la fuerza, en la prevención de la apoptosis y en la protección contra el estrés oxidativo.

Durante el envejecimiento, se produce una disminución y alteración en el patrón de secreción de GH y la producción de IGF-1. Este fenómeno se conoce como «somatopausia» y contribuye a una deficiencia de la hormona anabólica. La “somatopausia” se asocia a cambios en la composición corporal y el metabolismo de manera similar a los observados en adultos con deficiencia de GH, es decir, una reducción de la masa ósea y muscular, dinapemia, un aumento de la masa grasa, dislipemia, hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares, deterioro cognitivo, etc. La actividad alterada del eje GH / IGF-1 podría ser una de las claves de la alteración metabólica y cambios funcionales que caracterizan el envejecimiento
Los estudios de observación en las poblaciones de ancianos frágiles han demostrado una relación sólida entre circulantes bajos niveles de IGF-1 y la sarcopenia, flexibilidad, fuerza muscular y el rendimiento físico.

Por otro lado, las citoquinas inflamatorias aumentan con la edad, lo que llevan a un estado de inflamación crónica que juega un papel importante en la disminución del rendimiento físico y la aparición de alteraciones metabólicas y patologías relacionadas con la edad. Los estudios in vitro demuestran que una sobre expresión de IL-6 es uno de los mecanismos implicados en la regulación a la baja de IGF-1.
Además, varias líneas de evidencia experimental sugieren que los niveles circulantes óptimos de IGF-1 están asociados con una reducción del estrés oxidativo. Por lo tanto, el IGF-1 puede estar implicado en varias condiciones patológicas comúnmente asociados con el daño tisular oxidativo.

La baja ingesta de nutrientes afecta negativamente a IGF-1 y a los factores anabólicos en los ancianos. En los seres humanos, las concentraciones de IGF-1 se reducen después de pocos días de ayuno y su normalización depende de la composición cualitativa y cuantitativa de la dieta posterior al ayuno
Cuando se produce una privación de energía y / o proteína, hay una reducción significativa en los niveles plasmáticos de IGF-1. El contenido dietético de aminoácidos esenciales parece ser crítico para la óptima recuperación de IGF-1 después de un ayuno.
Bajos niveles de IGF-1 se encuentran durante la obesidad, el síndrome metabólico, la diabetes y las enfermedades inflamatorias del intestino lo que supone un problema por todo lo comentado anteriormente.

Sin embargo, la restricción calórica ha demostrado ralentizar el envejecimiento y el daño oxidativo dando así lugar al aumento de los años de vida, al igual que el suministro de rapamicina, que actúa inhibiendo la mTORc1 y ha demostrado prolongar la vida en ratones entre un 9% y un 14%, aunque debido a sus efectos secundarios su aplicación en humanos es cuestionable.
En 1964, una expedición de la Universidad de Canadá, aterrizó en la isla de Pascua (famosa por sus misteriosas estatuas gigantes) y tomó varias muestras de las plantas, animales, muestras de sangre / saliva de los habitantes y también una muestra de suelo. Encontraron un compuesto (hecho por la bacteria Streptomyces hygroscopicus), que fue llamado rapamicina, en honor al nombre nativo de la isla, Rapa Nui.
Aventurándome a terreno desconocido, y haciendo referencia a las últimas investigaciones sobre la rapamicina y mTOR, en mi opinión hay que diferenciar lo que significa la expresión normal de mTOR y la sobreexpresión de mTOR en contextos metabólicos alterados. Sin duda, mTOR controla una gran cantidad de complejos procesos anabólicos en cuanto a la proliferación celular, autofagia, síntesis proteica, etc.

La señalización de mTOR es imprescindible para la supervivencia. Si su expresión fuese causante de enfermedad nunca hubiésemos sobrevivido como especie, puesto que la ingesta de calorías o concretamente de aminoácidos activa de por sí esta vía y no nos ha venido nada mal, cuando en épocas pasadas hemos pasado hambrunas o nos hemos alimentado en ocasiones básicamente de carne. Además la inhibición o sub expresión de este complejo en estados de equilibrio hormonal y salud metabólica induciría un estado sarcopénico del que ya hemos hablado y que sin duda es un medidor de la salud integral.

mTOR además regula también la biogénesis mitocondrial. En las células musculares, la rapamicina (inhibidor de mTORc1) disminuyó la expresión de PGC-1 alfa, resultando en una disminución en la expresión de genes mitocondriales y consumo de oxígeno.

Por ello, aventurándome a la más pura especulación, quizás la diferencia entre expresión y sobre expresión de mTOR, aparte de darse en contextos de sedentarismo y alteraciones metabólicas que podrían desembocar patologías y envejecimiento prematuro, puede deberse al hecho de que nuestro genoma, probablemente, ha sido seleccionado hace miles de años cuando el hombre era un cazador-recolector. En ese momento no había garantías para encontrar comida, lo que resulta en períodos alternos de abundancia y escasez.

Estas oscilaciones cíclicas entre períodos de abundancia y hambre, y por lo tanto también en las reservas de energía, y oscilaciones entre el ejercicio y el descanso, han caracterizado el período paleolítico, lo cual guió a la selección de genes implicados en la regulación del metabolismo. La alternancia de superávit energético con déficit y por tanto la expresión cíclica de mTOR quizás sea condicionante metabólico intrínseco del ser humano y no una sobre expresión perenne asociada a un estado de sedentarismo, lo cual junto a las alteraciones metabólicas propias de nuestra época, podrían conducir a la enfermedad .
Así pues, quizás la solución no sea buscar vías farmacológicas que “arreglen” el tejado, sino asentar unas bases y cimientos sólidos que actúen como pilares de la salud integral para asegurar un entorno metabólico y hormonal adecuado, y esto sin duda se consigue a través de la adquisición de hábitos de vida saludables basados en actividad física, ejercicio físico, alimentación, descanso, etc, o quizás no………

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